Los virus son considerados actualmente como la principal fuente de enfermedades infecciosas por vía alimentaria. Existen muchas clases pero son los de la Hepatitis A y los Norovirus los que constituyen un mayor riesgo alimentario pudiendo causar afecciones hepáticas o la conocida gastroenteritis que provoca dolor abdominal, diarreas, náuseas y vómitos, a veces acompañados de fiebre. Estas toxiinfecciones alimentarias se producen por el consumo de alimentos y líquidos contaminados por estos microorganismos patógenos.
Los tipos de alimentos que más frecuentemente están vinculados a brotes por estos dos tipos de virus incluyen las hortalizas y otros productos vegetales afectados por manipuladores de alimentos o aguas de riego contaminadas; frutas frescas y moluscos vivos contaminados por aguas costeras o mal depuradas. Sin embargo, cualquier alimento que se sirve crudo o que se manipula inadecuadamente después de ser cocinado puede también contaminarse.
La detección a tiempo es la clave
Identificar los alimentos infectados por Norovirus o el virus del Hepatitis A conlleva cierta dificultad, ya que el virus no afecta al aspecto, olor o sabor del alimento. Los actuales sistemas de prevención y control, tanto en la producción primaria como la transformación y comercialización de los alimentos resultan fundamentales para evitar posibles intoxicaciones, alertas alimentarias, la retirada de productos con el fin de que no llegue hasta los consumidores.
La alta precisión y la rapidez de detección son fundamentales
Los métodos implantados en AINIA Laboratories hacen posible el análisis de los Norovirus Genogrupo I y II y Hepatitis A mediante técnicas de biología molecular. En concreto mediante RT-PCR a tiempo real, PCR a tiempo real con un proceso de transcripción reversa en el que el ARN (material genético de estos virus) se copia a ADN, permitiendo su amplificación y detección por sondas fluorescentes, identificando con alta probabilidad la presencia de estos virus sobre todo en frutos blandos (frambuesas, fresas, arándanos, moras, ….), vegetales de hoja (lechuga, espinacas, cebollino, escarola, ….) y moluscos bivalbos (ostra, almeja, navaja, tellina, mejillón, coquina…).
Se trata de un método muy rápido que puede obtener resultados en menos de 24 horas, clave para lograr una alta seguridad alimentaria en los alimentos potencialmente contaminados con este tipo de patógenos.
Más ventajas: puede automatizarse, es muy sensible y nos permite detectar en qué punto de la cadena alimentaria ha surgido el foco de la contaminación.
Gracias al avance de estas técnicas de detección mejora el control para evitar la aparición de brotes infecciosos. En los últimos años hemos visto casos de toxinfecciones alimentarias por consumo de moluscos bivalvos contaminados con Hepatitis A que han afectado a decenas de personas en toda España. Al margen de este caso concreto, estos virus suelen ocupar un número importante de las alertas alimentarias, gracias a las cuales, se notifica aquello que implica un riesgo significativo en el mercado de alimentos, piensos y material en contacto con alimentos y que requiere de una rápida acción, como por ejemplo, la retirada de los productos o el aviso a la población.