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Si entendemos la innovación como palanca integradora de las diferentes áreas de la gestión empresarial, necesaria y vital para el avance y el cambio, asumiendo, además, que su gestión permite a las empresas líderes afrontar de forma natural la incertidumbre de los entornos actuales, la formación en innovación se convierte en un elemento necesario para los profesionales de hoy. En este artículo aportamos la experiencia de AINIA para ayudar a los profesionales a orientar su formación especializada en innovación y tecnología.
La innovación forma parte hoy del ADN de las empresas líderes. Se innova constantemente en productos, servicios, canales de venta y distribución, formas de comunicación y relación, procesos organizacionales… En realidad, hemos innovado siempre. Sin embargo, la velocidad de los avances tecnológicos es tal que está cambiando el campo de juego tradicional. Hoy la innovación ya no es función de un área, es el epicentro de la cultura corporativa y afecta al conjunto de la compañía. La innovación puede suponer hacer algo totalmente nuevo, pero también puede significar hacer una combinación novedosa de cosas ya existentes. Pero, ¿cómo conseguirlo?, ¿cómo implicar a todos nuestros profesionales en una cultura de cambio permanente?
La formación especializada en innovación y tecnología es hoy básica para preparar a los profesionales que deben desarrollar su actividad en un entorno de incertidumbre, riesgo y volatilidad. Por ello, debe estar orientada a la generación de valor y debe dar las claves para que gestores y profesionales puedan identificar las tecnologías, nuevos desarrollos, nuevas metodologías… y en general todo aquello que pueda orientar el avance de su empresa en un contexto de internacionalización y digitalización crecientes.
Un mundo que tiende a centrarse en vender servicios supondrá muchos cambios. Hoy, la mayoría de empresas venden productos, pero la gente ya no compra productos, sino soluciones.
Para gestionar este gran cambio de paradigma, necesariamente la formación debe ayudar a implicar y motivar a las personas, enseñándoles los beneficios concretos que la tecnología y la innovación pueden aportar a su trabajo porque son herramientas para desarrollar las soluciones que sus clientes esperan. Pero, además, debe hacerlo desde planteamientos sencillos, pragmáticos y de fácil puesta en práctica en el día a día, sin necesidad de programas formativos excesivamente complejos o una sobrecarga de trabajo inasumible.
La formación, si está bien planteada y desarrollada, debe ayudar también a afrontar con inteligencia emocional los procesos de cambio y de innovación colaborativa, fomentando el trabajo en equipo, la comunicación, la resolución de problemas o la creatividad, entre otros.
Casi 30 años de experiencia en formación especializada en innovación y tecnología nos permiten hoy afirmar que cualquier programa formativo orientado a capacitar en I+D+i debe desarrollar los dos elementos necesarios para el crecimiento profesional y personal:
Un programa de formación especializado en temas de innovación y desarrollo tecnológico debe sin lugar a dudas aportar contenidos de valor en:
El trabajo en equipo, la creatividad, la resolución de problemas, adaptabilidad y flexibilidad, comunicación… son habilidades que complementan las “Hard skills” y que permiten el desarrollo de la capacidad de relación e interacción.
En algunos casos hemos detectado que son incluso más necesarias que las “Hard”. Por ejemplo, en el marco del proyecto europeo TRACKFAST identificamos como la comunicación es una de las habilidades más deficientes de los tecnólogos de alimentos que se incorporan a las empresas agroalimentarias españolas y europeas.
Así pues, si nos basamos en los criterios que habitualmente definen y diferencian ambas tipologías de capacidades deberíamos considerar que aquellas denominadas “hard” se basan conocimientos adquiribles, medibles y hasta cierto punto estables (no estarían afectados por su aplicación en diferente tipología de empresas) en sus conceptos de base.
Sin embargo, las denominadas “soft” cabría considerarlas como no medibles, o al menos más difícilmente medibles, y cuyas bases conceptuales pueden ser trasladadas a los profesionales pero son altamente variables en su desarrollo en función de la empresa, su cultura y su forma de trabajo.
AINIA considera una realidad estos dos enfoques. Sin embargo, a través de la formación y el apoyo técnico a las empresas, de la cercanía de los docentes y profesionales, de la comprensión de las diferentes culturas empresariales y, evidentemente, del profundo conocimiento y experiencia práctica de las tecnologías y procesos, consideramos que es factible llegar a ese punto en el que ambas competencias (hard-soft) pueden ser desarrolladas en paralelo de modo que se completen y complementen creando el perfil idóneo para cualquier profesional de la innovación en un mercado como el actual en el que los aspectos técnicos, culturales, humanísticos y relacionales están presentes.
Si desea mejorar su formación en innovación o la de los profesionales de su empresa, llámenos, podemos ayudarle.
Carmen Serrano (22 artículos)
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