¿Hacia dónde se orienta la investigación y el desarrollo tecnológico en alimentación en la UE? ¿Cuáles son los avances más relevantes y los desafíos en seguridad alimentaria, nutrición y desarrollo sostenible de los próximos años? ¿Qué define el marco de la política europea de investigación e innovación? El documento FOOD 2030 de la Comisión Europea es tremendamente revelador. En el artículo lo analizamos y extraemos conclusiones de valor para directivos y profesionales de la I+D+i agroalimentaria.
Food 2030 es un nuevo marco de la política europea de investigación e innovación que persigue un futuro sostenible y que se apoya conceptualmente en conseguir un equilibrio entre producción y consumo, contando con una gestión holística antes y después de su uso.
Las áreas temáticas sobre las que se incide y en las que se está trabajando más son cuatro:
- Innovación en el sistema alimentario y emponderamiento de las comunidades.
- Nutrición sostenible y saludable.
- Actuación frente al cambio climático y sostenibilidad medioambiental.
- Circularidad y eficiencia en el uso de recursos.
Este documento, que fue presentado por la Comisión Europea a finales del año pasado, coincidiendo con el Día Mundial de la Alimentación, permitió conocer los análisis de expertos europeos destacados, algunos de los cuales considero importante recoger en estas líneas, por su especial valor de enfoque, ya que puede ayudar a anticipar por dónde van a ir las políticas de apoyo a la I+D+i de la UE en alimentación.
El desafío de la reducción de emisiones, la creciente demanda de proteínas y los problemas de obesidad y malnutrición
En su ponencia, John Bell, director de bioeconomía de la Dirección General de Investigación e Innovación de la Unión Europea, resaltó tres cuestiones que desde el mundo de la innovación deberán ser abordadas en los próximos años, a saber: Por un lado, la reducción de las emisiones de gases relacionadas con el efecto invernadero provenientes de las instalaciones y procesos alimentarios.
Por otro, ser capaces de hacer frente a la creciente demanda de proteína de una población en crecimiento constante.
Y por último, reducir drásticamente el problema de la obesidad y la malnutrición.
Productores primarios y consumidores, objetivo prioritario
Por su parte, Luis Fresco, presidente de la Universidad de Wageningen destacó lo que en su opinión son los retos y líneas de investigación prioritarios para Europa. En primer lugar, ser capaces de producir más con menos.
En segundo lugar, cambiar nuestra forma de pensar, incorporando los principios ecológicos en nuestra concepción de los sistemas de producción alimentario.
En tercer lugar, será necesaria la integración de áreas de conocimiento muy dispares y complementarias, tales como la genética, la robótica, el Big Data, la producción fotosintética, la búsqueda de nuevas fuentes de proteína y la incorporación de un consumidor más informado como un agente activo en los sistemas de producción del futuro mediante el uso generalizado de las TICs.
Por su parte, Tassos Haniotis, el director de Análisis Económico de la Dirección General de Agricultura resaltó la importancia que han tenido las políticas comunes europeas para la modernización agrícola desde los años 90 en el proceso de integración europea.
También resaltó la necesidad adaptar dichas políticas a los nuevos retos y tensiones que se están produciendo, tales como el cambio climático, el desarrollo de la economía digital, y el difícil equilibrio entre competitividad económica y costes medioambientales a corto y largo plazo.
Hacia modelos globales de sostenibilidad alimentaria
Cristina Amaral, directora de la Oficina de la Unión Europea en la FAO, desarrolló su exposición alrededor de tres mensajes principales. En primer lugar, evidenció que tras una reducción histórica del hambre en el mundo, desgraciadamente, en la última década la malnutrición está volviendo aumentar hasta alcanzar los 815 millones de personas.
En segundo lugar, nos recordó que en el mundo durante los últimos años cada vez hay más gente que se ha visto forzada a abandonar sus hogares como consecuencia de la inestabilidad política, con la grave relevancia que esto ha tenido en el abandono de zonas de cultivo y reaparición de hambrunas.
Y finalmente nos recordó el importante impacto que está teniendo el desarraigo de la población de las áreas rurales. Su impacto en el aumento de la pobreza y la inexplicable falta de políticas sociales que mitiguen el progresivo abandono de los territorios como consecuencia de los flujos de migración. Todo ello con una importante repercusión en la estabilidad del ecosistema y del sistema alimentario a medio y largo plazo.
Joaquín von Braun, director del Centro para el Desarrollo y la Investigación (ZEF) en Alemania, en su exposición puso énfasis en la necesidad de estudiar los sistemas de alimentos mundiales como un todo interrelacionado. Hoy por hoy, los alimentos son una commodity en un mundo interconectado de modo que cambios en la eficiencia de la producción, o un aumento de la demanda del consumidor de una parte del mundo afecta dramáticamente a otra parte de éste. Dando con ello lugar a cambios en los precios de las materias primas y desequilibrios en los costes en otras regiones del mundo.
Von Braun recuerda que la tendencia en el estudio de los sistemas alimentarios es en estos momentos es abordar el desarrollo de modelos globales de estudio de los sistemas de producción alimentaria.
Modelos que deben cada vez más incorporarán una perspectiva holística y con ello incluir aspectos tales como la reducción de residuos, la bioeconomía, el despilfarro, el cambio climático, las mejoras en las técnicas de producción, la disponibilidad del agua,…
Por ello se deben desarrollar modelos de simulación que sirvan para la toma de decisiones desde multidisciplinariedad y la cooperación entre agentes del mundo científico y los promotores de políticas de diferentes organismos y países.
Por otro lado, en las próximas décadas se deberá compatibilizar la sostenibilidad del planeta con la pretensión generalizada de los gobiernos de mantener la calidad de vida de la población. Y que ello supone una contradicción que sólo podrá ser superada con un profundo cambio, no solo en las tecnologías y los sistemas de producción, sino también en las actividades y modo de conducta de la población.
Pero además la UE sabe que si bien las políticas actuales tienen como objetivo prioritario a los productores primarios y a los consumidores por ser los más numerosos, no obstante ellos no siempre tienen el poder y la influencia para realizar los cambios necesarios en el sistema alimentario.
Que por ello se precisa un cambio de paradigma, dejando de un lado del enfoque sectorial a cambio de un nuevo enfoque integral, que contemple la globalidad de los agentes del sistema alimentario, procurando un cambio de mentalidad y con ello una planificación de la sostenibilidad a largo plazo frente a los procesos de producción cortoplacistas actuales.
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