¿Cómo abordar el próximo plan de formación?

Finalizan las vacaciones y se reanuda el curso. Y en el mundo profesional, el “curso” no es otra cosa que tomar velocidad de crucero para el cierre del ejercicio, con todo lo que ello supone y, por otra parte, preparar el ejercicio siguiente. Entre las muchas cuestiones que hay que abordar en ese planteamiento de siguiente ejercicio, no podemos olvidar nuestros planes de formación. En este breve artículo facilitamos algunas pautas que pueden ayudar en la aclaración de conceptos para abordar del modo más adecuado ese plan que pretende cubrir las necesidades formativas de un equipo.

Cuando enfocamos el desarrollo de un plan de formación como respuesta al diagnóstico previamente realizado, hay que tener en cuenta la diferente tipología de cursos que se nos plantean en cuanto a temáticas (herramientas gestión, tecnologías, procesos, entornos legales, desarrollo directivo, …) y, sobre todo, el colectivo de personas a las que se dirige esa formación.

3 diferentes tipologías de acciones formativas

En esta ocasión queremos presentar, de un modo resumido, 3 diferentes tipologías de acciones que pueden formar parte de las áreas técnicas del plan y los elementos a tener en cuenta de cara a la puesta en marcha.

Profundización o Actualización

Gran parte de las necesidades detectadas irán dirigidas a profesionales que ya disponen de experiencia y que deben recibir formación para profundización o actualización de conocimientos (teóricos y/o prácticos). Para estos casos el planteamiento suele ser el de seleccionar proveedores externos adecuados, reconocidos en el ámbito de conocimientos que se trate.  La elección de un buen proveedor es fundamental para asegurar la consecución de nuestros objetivos. Un proveedor que esté completamente al día de la materia a abordar, que conozca presente y futuro de la misma (tendencias, tecnologías, legislación….) que disponga de expertos en ello con capacidad de transferir conocimiento.

Reciclaje

Existe otra tipología a la que podríamos denominar de reciclaje. En este caso el enfoque es de la formación de profesionales que, manteniéndose un su ámbito de actividad, van a requerir una profunda adaptación a cambios. Cambios que podrían tener que ver con la propia organización, con cambios en tecnologías u otros.

Tanto para las actividades de profundización como para las de reciclaje, son muchas las organizaciones que ofrecen formación en convocatoria abierta utilizando muy diferentes metodologías, como es el caso de AINIA que anualmente ofrece un gran abanico de actividades de diferentes características (jornadas, cursos presenciales y on line, webinars…).

Sin embargo, tanto en las actividades de actualización como en las de reciclaje, considerando que los recursos son limitados, hay que poner en valor la posibilidad plantear una actividad de formación “in company” o a medida, conceptos que deben quedar bien diferenciados. Un curso “in company” normalmente hace referencia al curso que, ya previamente diseñado y con sus contenidos elaborados por un proveedor, podrá ser impartido para los trabajadores de una única empresa e incluso en sus instalaciones. Por el contrario, si hablamos de curso a medida, el proveedor de formación se involucrará de modo muy directo en el diseño de la acción junto con los responsables de la empresa, valorando las necesidades formativas planteadas, los contenidos requeridos, la modalidad, la metodología, etc.

Normalmente la decisión para decantarse por una u otra vía vendrá dada por el número de profesionales a los que se requiera formar y también por la posible necesidad de la empresa de obtener una cierta exclusividad y, por qué no, en la confidencialidad que se requiera puesto que no podemos olvidar que una formación en convocatoria abierta constituye una plataforma en la que se comparte conocimiento y experiencia con otros alumnos y otras empresas. Este hecho, de gran valor en muchos casos, puede suponer una limitación en determinadas ocasiones.

Introducción

Cuando una actividad formativa, sea del contenido que sea, está dirigida a trabajadores recién incorporados en la empresa o, que sin serlo, van a ser orientados a una nueva actividad, estaríamos hablando de una programa de introducción.  En estos casos suele ser de utilidad que los primeros procesos formativos sean desarrollados por profesionales de la misma empresa de un nivel superior en experiencia y que tengan capacidad de trasmitir información y conocimiento, aunque tampoco sea descartable recurrir a proveedores externos. Si se opta por los recursos internos es fundamental tener en cuenta que no todos los profesionales, aunque sus conocimientos y experiencia sean altos, tienen las capacidades de un buen docente. La modalidad  de un curso introductorio e interno será fundamentalmente la de formación presencial en puesto de trabajo, aunque pueda darse el caso, en determinados colectivos de empresas, que tengan sus propios desarrollos en otras metodologías (ej. Online).

En todo caso, y sea cual sea el plan de formación y la tipología de las acciones que lo constituyen, deberemos de tener en cuenta que éste es un elemento fundamental en la estrategia de la organización y que de ello puede depender en gran medida su sostenibilidad.